lunes, 28 de noviembre de 2011

Palabra sobre palabra


276 ¡Buenos días Gon!, hola Alba, tenemos un asunto pendiente con las nuevas fotos que nos han llegado, ¡ah si!, es cierto Alba, nos dejaron la suya Neuriwoman y poeta Carlos Gargallo, ¿y no han dicho nada?, nada, ¡qué gente más escueta!, así es Alba, cada cual es como es y quiere lo que quiere, déjate de filosofía barata, Gon, y al grano: ¿vistes a Ananda y Trini?, pues claro que las vi, qué claro tienen el asunto de la Parca ¿eh?, tan claro como tú y yo, eso si, Ananda subraya lo del dolor emocional y Trini declara sus preferencia por el cielo, ¡qué graciosa y yo!, está bien Gon, como no están presentes no vamos a profundizar más, eso, que además tenemos que cuidar el número de líneas, ¿por qué lo dices?, hombre Gon, fíjate lo que nos dijo LNJ, ¿qué dijo?, aquello de los textos larguísimos, yo estoy con ella, pues yo no, Alba, ya sabes que me leí “La sonrisa de la Magdalena” y no me causó ningún trauma, lo que ocurre es que hay que tomárselo no como el repaso de un blog, sino como la lectura de un libro, ¡qué bien te explicas cuando quieres, hijo!, ¿ya estamos de guasa?, no, no, en serio Gon, lo interesante como siempre es el texto en si, todo lo demás es superable, en eso te doy la razón, Gon, pero a mí me gusta más el formato papel, y a mí me da igual uno u otro formato, pues eso, Gon, pues eso, Alba, a lo que iba: ¿qué me dices de las Palabra sobre palabra en las que nos ha metido D. José, tú verás Alba, de momento han elogiado sobremanera tu poema, muchas gracias compañero, pero el mérito es de todos, no solo mío, gracias por compartir pero la parida fue tuya, ¡vale Gon!, vámonos ya.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Vamos de ruta (2)

275 Hola Gon, ¿qué traes bajo el brazo?, seguimos de ruta, y aquello de la muerte, o de la vida, según se mire Alba, bueno, bueno tú ya me entiendes, esperemos que Ananda y Stella también

VAMOS DE RUTA (2)
...Viene de Vamos de ruta (1)
Frente a los cuatro compañeros se despliega un bosque de castaños, que tiene el suelo completamente cubierto de hojas grandes y amarillas, y esparcidas por el suelo una gran cantidad de castañas a las que es difícil resistirse. El primero en agacharse para coger los mejores frutos es Alejandro, que sin abandonar sus botones auriculares comienza a llenar los bolsillos de su anorak. A él le sigue Emeterio C. Y casi de forma automática Prudencio y Elías. Continúan charlando aunque ahora de forma más entrecortada porque hay que degustar los productos que ofrece la madre Naturaleza, y se pierde la concentración.
—EC: Porque vosotros estaréis conmigo en que es más segura la sentencia bíblica de que “polvo eres y en polvo te convertirás”, de aquella otra creencia de la resurrección y la vida eterna.
—P: Es cuestión de fe; que nos convirtamos en polvo los sabemos, porque lo estamos viendo todos los días...
—E: Y ahora más desde que se puso de moda el asunto de la incineración – interrumpió Elías -. Perdona era una broma.
—P: Pues eso. Venir a la vida terrenal y terminar volviendo a la Tierra lo vemos, lo palpamos y de eso no hay duda, nos pasa a nosotros y les pasa a otros muchos organismos, pero el asunto de la vida eterna que se nos ofrece si somos buenos, eso es ya otra cosa.
—EC: O si somos malos, porque se dan las dos circunstancias. Una nos manda al cielo, donde se debe estar de puta madre, y otra al infierno que en un auténtico...infierno iba a decir...pero para no repetirme, digamos que no se debe estar demasiado a gusto.
—P: Insisto  en lo de la fe, porque ahí está la clave de todo. Nos han educado bajo más premisas que nos hacen medir las cosas de ese modo, pero hay otras religiones y otras creencias donde no existe el cielo y el infierno; no se le teme a la muerte. Nos ha tocado esta parte del Planeta y este momento de nuestra existencia, y aquí y ahora se ven las cosas de esta manera. Hay que ser buenos para tener un trámite relajado y tranquilo, cuando la verdad es que nada sabemos de esos instantes y poco importa el tipo de persona que hayas sido.
—E: Yo creo que esto no es más que un ciclo y lo mismo que un día llegamos a este mundo y nos vamos desenvolviendo con más o menos fortuna, llega otro en el que se cierra el ciclo. Antes de ser concebidos no éramos absolutamente nada, ¿porqué lo vamos a ser una vez cerrado el circuito? Lo importante – y ahí puede radicar nuestro bienestar – es ser conscientes de la realidad de la vida, que hay un principio y un final.
—P: 0 que – dicho con otras palabras -, la muerte no es más que una parte de la vida.
—EC: Ya, lo que pasa es que a nadie le gusta abandonar esta vereda, le tenemos tanto cariño, que en el fondo nos da miedo enfrentarnos con ella, aunque forma parte de la vida.
—E: Lo del miedo es otra cosa, puede ser un mecanismo de defensa que tenemos, tal vez para no dejar este mundo antes de la cuenta. Por eso hay tan pocos valientes y son sólo un puñado de elegidos los que se juegan la vida de forma consciente. Tenerle miedo a la muerte es algo tan natural, que gracias a eso logramos sobrevivir. Sino – y poniendo un ejemplo de nuestro ámbito -, cuantos de nosotros no habríamos caído ya cuando hemos andado por ahí por esos montes, sin saber por donde estábamos.
—P: Eso tan bien puede ser prudencia.
—E: Si prudencia, pero condicionada por lo mismo que veníamos hablando, porque sabemos que podemos acabar metiéndonos en un callejón sin salida.
—EC: Hombre, no siempre tiene que ser por miedo a cascarla. Se le tiene miedo también a romperte algún hueso, o recibir algún golpe que te lo haga pasar mal.
—E: Si, eso es así, pero antes una situación de este tipo, lo que se te viene a la mente es que te matas, otra cosa es el resultado final, que afortunadamente en la mayoría de los casos no pasa de un susto o de alguna lesión, pero por la mente pasan cosas tremendas.
—P: Ahí aparece el dolor.
—E: Uno de nuestros miedos, que aunque no es causa de muerte, si que pensamos también, más de una vez, que es un aviso.
—EC: Hombre, en eso creo que exageras un poco, porque doler nos duelen tantas cosas a lo largo de la existencia, que no tenemos porque pensar en que eso sea ningún aviso. Cualquier persona más o menos centrada sabe que un dolor de muelas es eso y nada más, y no se va a poner trascendental, salvo que no tenga a mano un dolalgial o se le demore la consulta del dentista.
—E: Ya, porque es un dolor de muelas, pero cuando es algo que no está tan claro y no tienes localizado su origen, porque no has sufrido ningún traumatismo ni te lo tienen diagnosticado, si que te entra un entripado que lo primero que piensas es que es algo importante.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Un mal día para Gon


274 Te veo mala cara esta mañana, Gon, es que he pasado una mala noche, ¡oh!, Bueno, lo siento ¿qué te pasa?, tengo por ahí un problemilla de agotamiento físico que no me deja descansar bien, pero no importa, aquí estamos ¿qué te cuentas hoy?, siendo así te quería comentar si es que no las vistes que de la visita de nuestra amigas se deduce que están un poca cansada de la campaña política, ya sólo quedan cuatro día, luego llegará el domingo y ahí se decidirá lo que sea, tú lo ha dicho Gon, lo que sea y ahí es donde me duele, ya veras tú la abstención, bueno, bueno, no te pongas pesimista Alba, todo tiene arreglo, si ves a  Ananda recuérdale preguntarle por la comunión que hace Unamuno en Niebla sobre el lector, el narrador y el personaje personal, a mí me ha llamado la atención, ¿y por qué no se lo dices tú?, digo por si a ves, no empecemos, está bien y tú dile a Trini que ya se ve que conoce a D. José, otra vez nos tiene embaucados con “Cuando los bosque mueren” ¡con el trabajo que da eso!, otro concursito que se le ha ocurrido, ¡ya!, se pica con su amigo, el poeta, y cree que todo el monte es orégano, al final, Alba, lo mejor será que nos tomemos una copita de anís -como nos recuerda Stella- y nos olvidemos del asunto, no lo veo mal, Gon, teniendo en cuenta además que tendremos que terminar la botella para luego poder cantar los villancicos, no me extraña, con una cogorza en fácil cantar los villancicos o lo que se encarte, ¡no seas borrico, Gon!, me refiero cuando llegue el momento, no ahora, el día que abramos los regalitos, ¿qué regalitos?, ¡jo, muchacho, ahí  días!, ya te lo dije, Alba, hoy estoy como si me hubiese tomado yo la botella, ¿cómo llevas Asfixia?, ¿la novela de Polahniuk?, ¡claro Gon! ¿Qué va a ser?, agobiado me tiene, ¿por qué?, ya te contaré..hoy, ¡ya!, hoy no es tu día, tómate algo a ver si te recuperas, ¡hasta luego Gon!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mes de Noviembre

273 La que has liado con tu relato, Gon, ¿yo? ¿por qué?, ahí tienes a nuestras amigas, Ananda, Trini y Stella que aunque las tres coinciden en que hay que cambiar de barrio, cada una de ellas apostilla algo, tu dirás, pues mira Ananda dice que ya se murió una vez, lo cual me hace sospechar que tiene algo de gata,¡ah!, yo creía que era una flor, eso aparte Gon, sigo: a Trini le pasa como a la mayoría, sabe que el asunto es ineludible pero teme el cómo, ahí me duele a mí también Alba, ¡qué quieres que te diga!, y por último Stella teme al dolor aunque también es consciente de que somos aves de paso, a mí el dolor también me fastidia lo suyo, pero mira, siempre es preferible, ¡Jo! ¿no me digas?, desde luego tienes cada cosa, Gon, dejemos el asunto, cuéntame eso de la “nivola” de Unamuno, ¿qué quieres que te diga?, lo que sabes, cosa de los grandes: como no se quiere uno acoger al género en cuestión, se inventa uno nuevo, ¿y en qué consistía?, consistía Alba, en decir todo lo que se quisiera y cómo se quisiera sin cortapisas ni reglas al uso y dado que le iban a decir que aquello no era una novela..,
ya lo veo Gon: lo llamó nivola, se me está ocurriendo una cosa sobre la marcha, amigo Gon: ¿cómo crees tú que le dirían los entendidos a estas charlas nuestras?, gilipo…¡alto Gon!, que te lanzas y ya sabes que las paredes oyen, ¿está por ahí D. José?, ¡no!, pero está al llegar y ya sabes que con él no podemos andarnos con tonterías, tanto es así, amigo Gon que será mejor que nos callemos porque por ahí veo su alargada sombra.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Vamos de ruta (1)

272 Ya ves la que has liado con tus lecturas en la pantalla, bueno tampoco es para tanto, Alba, aquí cada cual da su opinión y ya está, ya hablaremos más adelante, hoy no tenemos mucho tiempo ¿qué nos traes?, un nuevo relato, pues adelante…

VAMOS DE RUTA(1)

Habían salido a las nueve de la mañana desde La Laja, y se disponían a pasar un buen día de campo con sus mochilas cargadas de ilusiones, sus botas de protección oficial para los tobillos y el bastón o palo largo – según los casos - para acompañarse cuando fuese necesario cruzar un arroyo o para mantener el equilibrio si de eso se trataba. Eran viejos conocidos de otros domingos, a excepción de Alejandro, que se estrenaba.
—Emeterio C.: A mí no llevarme demasiado rápido, que acabo de salir de una lesión muscular y todavía me resiento algo.
—Elías: No tenemos prisa, el objetivo es asequible y si no llegamos, con volvemos para atrás, asunto concluido, hay que adecuarse a las circunstancias. ¿Tú que piensas Prudencio?
—Prudencio: Lo mismo que tú, que es lo primero, que vayamos a gusto y no tengamos obsesión por llegar a ningún sitio. A mí en particular me gustaría llegar a Castañares, pero comprendo que si alguien no se encuentra bien, ya lo intentaremos otro día.

No había nubes, pero el cielo presentaba un aspecto tan misterioso, que no se sabía muy bien que iría a pasar en las próximas horas.
—E: Os voy a contar algo, aunque a lo mejor éste no sea el momento ni el lugar adecuado para hacerlo, pero me impresionó tanto que no me resisto a contarlo. Ayer escuché un debate en la radio que me llamó mucho la atención, porque no se suele hablar de estas cosas tan abiertamente en los medios. Se planteaban los contertulios sobre las distintas formas que tenemos los humanos, de encarar el momento decisivo de nuestras vidas, ese del último capotazo.
—P: Me imagino que será desde un punto de vista religioso.
—E: Bueno, la verdad es que lo enfocaron desde todos los puntos de vista, exceptuando claro está las causas accidentales, en los cuales no te da tiempo a plantearte nada, tan sólo coger la vereda.
—EC: ¿Pero de qué iba la cosa? Del instante en el que la persona sabe que ya no hay marcha atrás, o de lo que cada cual piensa sobre el final de la vida.
—E: Más bien de lo segundo.
—Alejandro: Perdonad que me inhiba de esa conversación, pero es que me da un poco de grima hablar de esos temas, de hecho desde que lo habéis sacado llevo los dedos cruzados y no suelto el bordón-palo ni un momento.
—P: Ahí está la cuestión; nos da miedo esa tremenda realidad. A lo mejor la vemos en otras especies como por ejemplo ese hongo (señalando a su lado), que nació anoche aprovechando la humedad, y en cuanto salga la luz del sol, morirá. Habrá cubierto su ciclo vital en unas cuantas horas. O la perdiz que nos encontramos el otro día poco antes de morir; o tantos ejemplos a los que no echamos cuenta, pero la especie humana es distinta, tiene raciocinio, piensa, y eso a veces resulta tan incómodo.
—EC: Y aprendemos; a mí nunca se me borrarán las imágenes de aquel chaval con síndrome Down al que tuvimos que ir a despedir todos los compañeros del colegio con su corona de flores y todo. Eso te marca y te va situando. Tú no quieres echarle cuenta pero de vez en cuando, conforme pasan los años se te aparece el de la guadaña y te entra un temblique por todo el cuerpo que no sabes como afrontarlo. Hay quienes hacen como Alejandro: se colocan los cascos y se ponen a escuchar música pero hay otras personas sobre todo a determinadas edades que agarran unas depresiones de aupa.
—E: ¡Joé no sabía yo que iba a dar tanto de sí el tema! Yo lo había sacado por hablar de algo durante el camino y que se nos hiciese más corto, pero ya veo que tenéis carrete.
—P: Hombre, no es nada baladí lo que nos traemos entre manos. Se trata ni más ni menos – pongamos por caso –, de que el domingo que viene podamos estar haciéndonos otra ruta o de que ésta sea la definitiva. ¿Te parece poco?
—EC: Si es así nos damos media vuelta ya ¿eh?, no vaya a ser que empeore de mis molestias. ¡Ja, ja, ja!
—E: Es otra forma de verlo. De hecho hay quienes prefieren tomárselo a guasa y no hacerle ni el más mínimo caso, al fin y al cabo no va a ver una segunda oportunidad.
—P: Hombre, ahí entraríamos en el aspecto místico del tema. Por eso te decía yo al principio...
—E: ¡Ya, ya! Pero es que cada cual se agarra a la tabla de salvación que le parece oportuna. Otra cosa es aceptar o no que ese es nuestro destino.
.../...Continuará