lunes, 26 de marzo de 2012

El día después


290 Hola Gon ¿qué tal el fin de semana?, de elecciones Alba, o sea que de campo nada, nada de nada y además con lo poco que llueve da miedo andar por ahí, parece que va a salir ardiendo todo en un momento, eso ni lo nombres Gon ¿por cierto que pasó con tu libro sobre los incendios?, por ahí anda perdido, ¿sin posibilidades?, eso nunca se puede decir, según proclama nuestro jefe, no hay que rendirse, de una fase pasaremos a otra, ¿y ahora que toca?, acercarlo a las editoriales, pues vale, es lo que hay Alba, así está montado este tinglado ¿viste a Verónica? ¿qué se cuenta?, pues que sigue tu relato con apasionamiento, no será para tanto, bueno, vale, lo sigue, mañana colgaremos la penúltima parte, ¿aquí?, aquí no, Gon en la otra casa, ya sabes que por allí andan más adelantado, ¡ah!, oye, acabo de terminar “El ruido y la furia” de Faulkneer, ¿y qué?, que vaya los encarguitos que nos hace D. José, Gom, a ti te pareció complicado “El tiempo es un canalla” de Egan, así es, pues seguro que se queda en pañales al lado de Faulkner,¡qué libro tan complicado!, es que nosotros no estamos hechos para tanto arroz, Alba, será eso, hablamos de un premio Nobel, ¡ya!, y en el caso de la escritora norteamericana de un Putlizer, pero hijo ¿qué quieres que te diga?, a mí que me dejen con mi Dumas, que es la mar de entretenido, pero muy largo, ¡qué quieres, Gon!, teta y sopa no puede ser, al final va a ser mejor tu especialidad, Alba, no creas ¡eh!, la poesía tiene también su ,enjundia, ¡ya,ya!,pero es más llevadera, está bien, Gon, vamos a dejarlo, me voy que tengo prisa, ¡adios!

lunes, 19 de marzo de 2012

Una parada obligatoria (2)


289 Te veo mala cara, Gon, es que llevo unos días con un constipado de aupa, tendrás que cuidarte, en eso ando Alba, ¿traes la tarea?, ahí la he dejado, pues nada hijo, ya me ocuparé yo…

UNA PARADA OBLIGATORIA (2)
 .../...Viene de Una parada obligatoria (1)
O bien con dirección a:
Córdoba
Alejandra subió como pudo los quince escalones que le separaban de la puerta de su casa, metió la llave en la cerradura, y al entrar se encontró a su hijo con los pies en lo alto de la mesa – botines incluidos -, con los cascos en las orejas, y la tele a toda pastilla, mientras de la cocina salía un ligero tufillo como a quemado. Tiró la mochila al suelo, dio un grito, y corrió lo que sus escasas fuerzas le permitieron hasta encontrar el origen de aquel extraño olor: de la sandwichera caían gruesas gotas de queso fundido que al contacto con el exterior de la misma producían una costra negra, dura y olorosa.
—¡¡Augusto, que es esto!!
Augusto cuando vio la figura de su madre puesta en jarras en la puerta de la cocina, se le aflojaron los calzoncillos. Se quitó los cascos, derramó con los nervios la coca cola que se estaba tomando, y le subieron los colores a la cara tal como si le hubiesen introducido un hierro candente en el interior de su cuerpo. Se quedó sin reacción posible ante tamaña sorpresa. Por fortuna para él y el resto de los vecinos del bloque, que a esa hora disfrutaban con los reportajes futbolísticos de la sexta, sonó el teléfono y Alejandra se marchó a la salita para cogerlo. Augusto reaccionó como un rayo, y mientras su madre hablaba, pasó la fregona por el suelo del salón, le quitó volumen a la tele y se metió en la cocina limpiando con desafuero toda cuanta mancha quedaba al alcance de sus ojos. Engulló como pudo el resquemado sandwis, y puso el extractor para que los humos se disipasen lo más rápidamente posible. Cogió del mueble escobero un dispensador con olor a limones del Caribe, y lo esparció por donde pudo antes que su madre apareciera de nuevo en escena.

—Desde luego Augusto que no sé lo que voy a hacer contigo. ¿Es que no te voy a poder dejar solo nunca? ¿Nunca te vas a hacer mayor?
—Perdona mamá, es que me he descuidado...
—¡Te has descuidado, te has descuidado! Un descuido así nos puede dejar sin casa. ¿Y cómo tengo que decirte que no pongas los pies en la mesa? Y...
—Ya lo sé, procuraré corregirme, te lo prometo... ¡Ah! Te llamó hace un rato tu amiga Isabel.
—¡Claro que me llamó! Acabo de hablar con ella, pero no me cambies de conversación, que al final siempre te sales con la tuya. ¿Tú sabes el trabajo que me cuesta a mí tener la casa medio decente? ¿Ahora que hago contigo? ¡Dime! ¿Qué hago?
—Yo que sé, mamá. Castígame. Déjame sin paga esta semana o mándame a buscar tabaco, ¿qué sé yo? Disculpa no pretendía molestarte.
—Anda, vete al quiosco a traerme un Fortuna, que voy a llamar a Concha y no quiero tenerte delante, que soy capaz de darte un guantazo, que es lo que te mereces. ¡Inmaduro!. Que es lo que eres.
—Gilipollas, dilo claro.
—No me provoques. Anda, vete a lo que te he dicho.
Y llamó a Concha.
Cuando Matías abrió la puerta de su casa, notó que algo les había ocurrido a sus hijas, porque se encontraban las dos más serias de lo normal, y la pequeña Silvia ni siquiera se levantó del sofá para acudir a saludarlo, como hacía en otras ocasiones. Preguntó si pasaba algo pero ninguna de las dos dijeron nada. Dejó los enseres en su habitación y luego pasó al cuarto de baño, para darse una relajante ducha que le devolviese a la realidad del día a día. Su hija mayor había estado cocinando y como además era la hora, se dispusieron los tres a dar buena cuenta, de lo que se hallaba encima de la mesa. La tele ofrecía el noticiario, pero nadie le prestaba atención. La pequeña tardó poco en terminar y a continuación se fue a su habitación, momento que aprovechó el padre para ver si se enteraba de algo más:
—Nieves, noto a tu hermana extraña, ¿le pasa algo?
—Lo de siempre papá, ha tenido un mal día – contestó Nieves -.
—¿A que llamas tener un mal día?
—Ya sabes...Se acuerda de mamá y...
—¡Vaya!, pero ella sabe que la semana próxima la llevaré para que la vea. Tendré que hablarle  a ver si la calmo o al menos la consuelo.
—No te preocupes, ya se le pasará.
El padre se levantó de la mesa y fue a buscar a la menor de sus hijas para sentarse con ella en la cama, y tratar de participar del mismo juego que la tenía entretenida en ese momento. Poco a poco consiguió que le contase algunas cosas, hasta que en un momento determinado, Silvia no pudo aguantar más y se arrojó a los brazos de su padre, llorando desconsoladamente. Matías aguantó como pudo el tipo, enjugó sus lágrimas, tragó saliva y fue convenciéndola para que se olvidase de su madre. Por un instante todo era silencio alrededor de los dos cuerpos que permanecían abrazados, tratando de encontrar el sosiego necesario para terminar la tarde del domingo. Silvia fue asimilando las palabras de su padre hasta terminar de creérselas, y mostrarse dispuesta a volver al salón comedor, donde se encontraba su hermana viendo la tele.
.../...Continúa en Una parada obligatoria (3)

lunes, 12 de marzo de 2012

Puente transfronterizo


288 Ahora me ha tocado a mí salir de paseo, Gon, ya lo se y me ha tocado a mí cubrir el fin de semana, ¿y no tienes curiosidad por saber dónde he estado?, curiosidad no, porque lo se, pero si quieres puedes contarme algo, hombre, Gon, la gran novedad ha sido que por fin hemos estrenado el puente fronterizo España-Portugal vía Paymogo ¿qué te parece?, me parece bien ¿y comiste bacalao?, ¡otra vez con la comida!, no te alteres Alba, es que como todas nuestras amigas nos han hecho referencia al plato que colocaste el otro día, oye, pues tienes razón y lo cierto es que vendría bien porque tengo que seguir contándote cosas de comer, nada, nada, Alba, no te prives, de esa manera ya mismo tienes aquí a Verónica y a Trini pidiéndote la receta, ¿y a Nuria y Belkis no les pica la curiosidad?, supongo que también Alba, pero es que como tengo menos confianza con ellas, no se yo…, a lo que íbamos, Gon, el próximo fin de semana, Feria Transfronteriza del Gurumelo, o sea a comer otra vez, ya te decía, a mí tantos eventos en torno a la mesa me empachan, bueno la verdad es que con la sequía que tenemos, supongo que habrá de todo menos gurumelos, ¡vale, vale!, hablemos de otra cosa, Alba, ya terminé de leer “El tiempo es un canalla””, ¿y qué?, que lo escribió Jennifer Egan, ¿te gustó?, tengo que volver a repasarlo, Alba, más que nada por la tertulia, sino tal vez no lo haría, en eso no lo dudes, ya sabes que el jefe te buscará las cosquillas, por eso, por eso, ha sido premio Pulitzer ¿me equivoco?, no te equivocas, Alba, por cierto mañana tienes un acto poético, no se me ha olvidado, Gon, allí estaré de punto en blanco para escuchar  a Onofre Rojano, ¡que te aproveche!, ya te contaré, ahora te dejo, que tengo prisa ¡chao!

lunes, 5 de marzo de 2012

Aracena la serrana



287 Oye Gon, no me habías dicho nada de la nueva cara de Cristina, se me debió pasar, es que es tan camaleónica que ahora se nos aparece con esa receta de currycanela para relamerse, ¿y de Idella?, es que como llegó y o hizo más que dejar la foto, la verdad no he tenido ocasión de hablar de ella, por ahí te vas a escapar, ¿qué pensabas?, que me ocultabas algo, ¡qué va, Alba!, yo no soy así, se me pasó y ya está, ¡vale, vale! ¿y qué hacemos con la incertidumbre de Trini y Verónica?, ¿incertidumbre?, si, hombre, si, como le has dado una ración de intriga amorosa, ahora quieren saber más, ¡ya! lo que pasa es que ya sabes cual es la política del jefe, habrá que hacer algo ¿no te parece?, así sobre la marcha, Alba, se me ocurre que podríamos poner un enlace con Megustaescribir donde parece que nos llevan ventaja, ¿no dirá nada D. José, no te preocupes Alba, no se va a enterar, con los líos que se trae con las editoriales ya tiene entretenimiento, pobre, ¡bueno, bueno!, a lo que vamos ¿sabes que ayer estuve por Aracena?, ¡ah, mira qué bien!, la sierra preferida de Trini, pero que pena, Alba, está todo tan seco, quieres creerte que presentaba mejor aspecto este pasado verano, puede ser, lo es, Alba, los senderos lindos para caminar, pero el ambiente…, ¡que llueva, que llueva, Gon!, por cierto Alba ¿terminaste con las crónicas marcianas?, Bradbury no me ha convencido, puede que sea lectura de otra época más sensible a esos temas o que no tenga el gancho suficiente, o que te pillara de malas, ¡vamos Gon! ¿cómo piensas eso?, es de suponer que te hablo desde un punto de vista profesional, superando mi posible subjetivismo, ¡uy que finuras!, ¡ya estamos de cachondeo!, ¿qué quieres?, a estas alturas no me vayas a decir de que manera tenemos que leer, yo lo hago de manera crítica, Gon, te guste o no te guste, me parece muy bien, pues entonces déjate de guasas, será mejor que vuelva a mi mesa, si, sí, vete y ponte a elaborar ese enlace, ¡hala, adiós!