401 Las vacaciones siempre dan más trabajo del habitual, eso me decía Alba y qué razón tenía, así unos fresquitos en la playa y otros sudando la gota gorda. Menos mal que ahí están Rafael Indi, Antonia María, J. Valle y María para hacerme más llevadera la tarea. A ellos y a todo el que se precie en leerlo, va dedicado este micro:
Juan se levanta bien temprano todos los días, porque sabe que en eso radica el éxito de su empresa. Se pone los pantalones de pana, la chaqueta negra y la gorra a cuadros y se va directamente al tajo antes que se haga tarde y se le escape la clientela. La gracia de aquella calle es hacer entrar los coches a contramano, porque a nadie se le ocurriría buscar aparcamiento metiéndose de esa manera; pero él se abrocha la chaquetilla, enarbola el bastón y comienza a marcarse pases de pecho como si estuviera en La Maestranza. Corre delante del coche hasta llevarlo al sitio reservado, retira el garrafón de plástico que le marca el espacio y alarga la mano en espera de la voluntad. Si alguien deja un hueco, allí coloca el garrafón y se va al final de la calle tratando de convencer a los automovilistas para que entren en su espacio, que allí manda él y de nada sirve esa señal roja con mancha blanca. Ese es otro mundo y éste de aquí, es el suyo.
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lunes, 21 de julio de 2014
lunes, 14 de julio de 2014
Descripción
400 ¡Aleluya, Gon! Llegamos a las cuatrocientas, su trabajito ha costado, Alba, y el jefe que ni se entera, en fin, nosotros a lo nuestro, hoy te voy a dejar un soneto…
Encorvado. Ancho sombrero de paja,
tez morena y resquebrajada; aroma
a tomillo y sol; caderas de goma.
Ciñendo la cintura negra faja.
Pan con tocino y gajo de naranja,
robustecen los músculos. Asoma
en el piporro virginal paloma,
sacia sus labios; por el pecho baja
rápida y vivificante. Esgrimiendo
segur con dientes afilados, corta,
amarra, canta, sigue maldiciendo
la amarga hora. Con su mirar exhorta
a ese Dios del que le hablan; y razona:
¡Almacén de oro! ¡Gran miseria aporta!
Encorvado. Ancho sombrero de paja,
tez morena y resquebrajada; aroma
a tomillo y sol; caderas de goma.
Ciñendo la cintura negra faja.
Pan con tocino y gajo de naranja,
robustecen los músculos. Asoma
en el piporro virginal paloma,
sacia sus labios; por el pecho baja
rápida y vivificante. Esgrimiendo
segur con dientes afilados, corta,
amarra, canta, sigue maldiciendo
la amarga hora. Con su mirar exhorta
a ese Dios del que le hablan; y razona:
¡Almacén de oro! ¡Gran miseria aporta!
lunes, 7 de julio de 2014
Mina de Saô Domingo
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