jueves, 14 de julio de 2016

Cuatro días en Tabernas II



Sobre una crónica del año 1993                                         Todas las imágenes están tomadas de la red
Tercer día
En este día nos disponemos a explorar el río Aguas y el karsde yeso de Sorbas. El río discurre por un barranco llamativo que dada la escasez de agua es aprovechado agrícolamente. Buscando la explotación yesera tropezamos con dos ejemplares bien representativos de lagartos ocelados, los cuales después de darme un buen susto corrieron con el rabo en antena, huyendo de nuestra presencia.

A las canteras de yeso se llega tras la oportuna señalización de la AMA y allí en aquellos montes el espectáculo es digno de unas horas de paseo ya que la formación natural se encuentra bajo nuestros pies dándonos a veces la sensación de encontrarnos en un salón con lozas brillantes.
Existe buena cubierta vegetal e incluso algún arbolito esporádico también puede observarse. Flores en plena efervescencia, piedras cristalinas y una temperatura agradable completan unos momentos dulces, con Sierra Cabrera de mudo testigo. Descubrimos una sima, o gruta vertical, bastante profunda, delatada por la presencia de una higuera, agarrada en una de sus paredes.

Mojácar es nuestro próximo punto de destino y por sus alrededores recabamos, luego de un camino polvoriento, en unas calitas donde se conjugan las aguas cristalinas con las arenas limpias y con los montes cercanos con extensa cubierta vegetal. Sobresalen algunos ejemplares de algarrobos. Luego de una larga caminata, las gélidas aguas reconfortan.
De vuelta a Tabernas nos sorprende la gran petardada que algunos mozos tenían organizada en la plaza de la iglesia. Aunque estábamos avisados de esa peculiar forma de celebrar la resurrección del Señor, nos causa un tanto de trastorno tener que conciliar el sueño bajo este estruendo continuo.


La procesión de Resucitado da comienzo el Domingo de Resurrección a las 8 de la mañana portando a la Virgen por las calles del pueblo buscando a su Hijo, que han colocado escondido en una calle.
Cuando llegan a la calle principal, la Virgen sigue buscándolo, se asoma al Sepulcro vacío que está colocado en dicha calle y sigue la procesión hasta llegar cerca de donde está escondido Jesús.
A continuación los portadores de la Virgen y del Señor echan a correr para encontrarse, es un momento muy emocionante.
Hasta que no se produce el Encuentro, la Virgen lleva un manto negro en señal de luto, y en ese momento los portadores tiran de él y la Virgen se queda con un manto blanco. En este instante el público rompe a aplaudir.
Después tiene lugar la Santa Misa donde asiste mucha gente pues es un día de mucha alegría.
Al terminar la Misa, la gente se reúne en la Glorieta para el Desayuno Domingo Resurrección con chocolate y bollos, dándole así un buen final a la Semana Santa.


Cuarto día

El estampido de la noche anterior no parecía acabar nunca. De vez en cuando estallaba un petardo en la puerta de la casa y entre sueños uno se hacía a la idea de donde estaba. A partir de las seis de la mañana comenzaron a redoblar las campanas y las manos del monaguillo parecían multiplicarse. Acompañaban a los estruendos mencionados, un continuo estallido de cohetes a los cuales parecían estar acostumbrados hasta los perros, puesto que nadie protestaba.
En esos instantes posiblemente estuviesen los mozos correteando los santos por el pueblo, tal y como nos habían dicho; había ganas de levantarse y realizar un reportaje gráfico, pero las fuerzas no acompañaban.
Alrededor de las ocho de la mañana se escuchaba un rumor a chocolate que venía de la plaza de la iglesia. Me levanté y decidí participar en el desayuno colectivo que se estaba llevando a cabo en esos momentos. Pero cual no fue mi sorpresa cuando al llegar a la plaza, me la encuentro con una furgoneta volcada en su interior, además de varios artilugios más, incluida una moto que colgaba de la fuente como si se tratase de un sofisticado chorro de agua. Como todo el mundo se dedicaba a tomar chocolate y a comer pasteles, yo no me arrugué y solicité mi ración para preguntar más tarde por el origen de aquel desaguisado. Unos y otros me informaron que se trataba de un acto más dentro de la celebración de la Resurrección y que era conocido como la noche de los pencones. O sea que los mozos no sólo se habían dedicado a armar ruido sino además les está permitido dar rienda suelta a sus ímpetus destructivos.
En el vecino pueblo de Gergal se habían dedicado a colocar persianas de los árboles y a amontonar los contenedores de basura en artísticas pirámides.
Camino de Granada nos fue acompañando un día frío y las montañas nevadas, en despedida de una Almería que al fin se rindió como última plaza andaluza a conquistar por nuestro Club de Viajeros.

jueves, 7 de julio de 2016

Cuatro gotas


La revista Narrativas ha tenido a bien publicar este relato de mi autoría, perteneciente a la colección A pié de calle. Les dejo el enlace pertinente.
Que lo disfruten